GRABACIÓN DE VÍDEO CON UNA CÁMARA DSLR

Publicado en revista BUCEADORES.


Hace unos meses que me decidí a comprar una cámara réflex con la correspondiente caja estanca para utilizarla como cámara de vídeo en grabaciones submarinas y complementar con ella mis otros equipos. Estoy muy satisfecho de los resultados que ofrece este equipo pero el camino no ha sido, ni es, en absoluto fácil.

Los problemas que iremos comentando no son asignables a uno u otro modelo  sino que son comunes a todas las cámaras fotográficas réflex utilizadas con esta finalidad, sean de la marca que sean.

A modo de anécdota en mi caso la primera consecuencia de ello ha sido tener que rectificar la corrección de las lentes de la máscara de buceo puesto que obtener imágenes enfocadas con estos equipos y con las ópticas de fotografía  que llevan se convierte en un auténtico trabajo de precisión.  El motivo de ello es que no puede utilizarse el enfoque automático si no que ha de hacerse manualmente.








En imagen se llama “profundidad de campo” a la distancia existente entre el punto más próximo y el más lejano que aparezcan nítidos, una vez enfocado el objetivo de la cámara.  Si es grande, pueden aparecer enfocados tanto lo que está a pocos metros de la cámara como lo que está en el infinito, cuando es muy reducida, esta distancia puede ser de pocos centímetros.


Utilizando las cámaras réflex en rodajes submarinos el margen de error es muy pequeño puesto que la profundidad de campo es muy inferior a la que tienen las cámaras de video y las cámaras fotográficas compactas.

Un componente esencial de cualquier cámara de fotografía o de vídeo son los sensores.

El tamaño de los sensores es muy distinto según el tipo de cámara: las denominadas genéricamente “full frame”, p.e. la Canon 5D Mark II, llevan un sensor de 24 x 36 mm., las de sensor de formato APS-C, tipo Canon 7D,  llevan uno más pequeño, de 15 x 22 mm, mientras que una cámara de vídeo semiprofesional de 1/3” lleva un sensor de 4,8 x 3,6 mm.

Como regla general se puede afirmar sobre las cámaras digitales  que “a mayor tamaño de sensor hay menos profundidad de campo”.

En este artículo no vamos ha entrar en los motivos por lo que se producen estas diferencias de profundidad de campo pero esta es una realidad fácilmente comprobable.

Las diferencias de tamaño de los sensores son la causa de  que las cámaras de video semiprofesionales o domésticas, de sensores muy pequeños, ofrezcan imágenes  con una gran profundidad de campo. Con ellas, a no ser que se esté utilizando el teleobjetivo, todo lo que esté situado a unos metros de la cámara en la imagen aparecerá aceptablemente nítido.

A parte del tamaño de los sensores hay que tener en cuenta que la luz que proporcionan los focos  es de menor intensidad que la de los flashes. Esto significa que en vídeo hay que trabajar con diafragmas mucho más abiertos que en fotografía lo que contribuye también a que la profundidad de campo sea más reducida que en fotografía submarina y que las cámaras de vídeo.

Este problema no aparece cuando se trabaja en modo “macro” ya que las luces quedan situadas cerca de los objetos o de los animales que vamos a grabar, pero la intensidad de las luces adquiere importancia, por ejemplo, cuando vamos a trabajar en “gran angular”.

Estos y otros temas son muy importantes y se los han de plantear aquellos aficionados avanzados que quieran sustituir su cámara de video por una cámara “réflex digital” para hacer vídeo. 

Tras el estreno de la flamante réflex y el visionado de las primeras sequencias obtenidas con ella puede empezar la aparición de algunos problemas y decepciones. Esto es debido a  la falta de costumbre de trabajar con estos equipos en “modo vídeo”. 

La sorpresa suele ser mayúscula ya que la reducida “profundidad de campo” que proporcionan estos equipos obligan a enfocar con una precisión extrema y, generalmente, hasta que no ha transcurrido la etapa de aprendizaje muchas imágenes quedarán desenfocadas. Superar esto es cuestión de perseverancia y de ir aprendiendo de los errores.

Sin duda esto no es un problema del equipo ni es fruto de sus malas prestaciones. Son características intrínsecas de estas cámaras, de sus ópticas y, como hemos visto, del tamaño de los sensores. Conocido esto y utilizando convenientemente esta información el “modo vídeo” de las réflex  puede proporcionar muy buenos resultados, sobre todo teniendo en cuenta la gran calidad de las imágenes que proporcionan.

Pero ello exige cambiar la manera de trabajar. Significa que no vamos ha bucear y grabar lo que nos va apareciendo si no que, específicamente, hay que ir ha rodar vídeo submarino, dedicando el tiempo necesario al encuadre y al enfoque y a todas las otras variables de las que dependen unos buenos planos.

Para confirmar que la parte de la imagen que más nos interesa está enfocada es muy aconsejable utilizar la lupa digital que viene en el menú de las cámaras.  El más mínimo error producirá resultados borrosos.

Además, para los que estamos habituados a las cámaras de vídeo aparece otro tema a tener en cuenta, se trata de la selección de la óptica adecuada. Debido a que no hay una lente que cubra la mayoría de situaciones que se nos van a plantear durante la inmersión, hay que decidir previamente, en superficie, qué tipo de óptica vamos a utilizar, si un gran angular extremo, uno medio, un tele, un macro, etc. La decisión la tomaremos en función de lo que pretendamos hacer y no sirven de nada las lamentaciones posteriores si no hemos acertado en la elección.

Sin duda este tipo de cámaras ofrecen grandes prestaciones pero si se pretende utilizarla como  cámara de vídeo, son necesarios conocimientos y experiencia para poder obtener buenos resultados. 

En otros artículos iremos comentando otros elementos a tener en cuenta con estos extraordinarios equipos.



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